La inflación, es un proceso económico producido por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda; supone un aumento de los precios de los productos y servicios, y por tanto, una pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos o hacer uso de ellos.
Un ejemplo muy sencillo es el precio de un refresco:
2004: Una botella de refresco 2 litros, costaba 1,50€
2010: Una botella de refresco de 1 litro costaba 1,50€
2014: Una botella de refresco de ½ litro costaba 1,50€
2019/2020: un bote de refresco cuesta 1,50€
Como puedes comprobar, el precio de este producto ha ido creciendo y hemos pasado de comprar 2 litros a 33 cl por el mismo precio.
Muchas familias, se tienen que ajustar cada mes para poder seguir teniendo los mismos servicios o bienes pero en menores cantidades…
Por tanto con lo que tenemos que comprar día a día, no podemos hacer mucho, porque no depende de nosotros, pero con el dinero que podemos ahorrar, sí que podemos evitar lo que se conoce como “devaluación”, que es la pérdida de valor de nuestro dinero.
Para poder evitar la devaluación, hay dos posibilidades:
La que no depende de nosotros, que sería que los sueldos y pensiones se incrementen acorde a la subida del IPC
Que el dinero que podamos tener destinado al ahorro, lo tengamos en una estrategia que minimamente nos esté generando una rentabilidad anual acorde a la inflación, es decir, que nos esté dando al año entre un 0,8% y un 1% de interés.
Existen diversos productos que a corto plazo, nos dan una seguridad, una liquidez y una rentabilidad suficiente que supera el índice de inflación y por consiguiente, evita la devaluación de nuestro dinero.
Acude a tu banco y pregunta por estas herramientas o acude a un consultor financiero independiente para que te ayude a encontrar la mejor estrategia y que mejor se adapte a tus necesidades.